La Declaración de derechos de los campesinos: una deuda pendiente
FIAN Internacional se suma a la Vía Campesina y a otros aliados para celebrar la aprobación final en la ONU de la Declaración de derechos de los campesinos
La ratificación formal por la Asamblea de las Naciones Unidas de la Declaración de Derechos de los Campesinos y Otras Personas que Trabajan en Zonas Rurales salda parcialmente una deuda postergada desde hace mucho tiempo. La sesión de hoy, en la que la propuesta hizo frente a una última jornada de formalidades, ha marcado un hito, en un proceso de incidencia que comenzó hace casi dos décadas.
La Declaración reconoce el derecho de los campesinos y campesinas a la tierra, las semillas y la biodiversidad, entre otros, permitiendo a estas comunidades luchar contra el hambre de un modo más efectivo.
A pesar de la fuerte oposición ejercida por Estados Unidos y el Reino Unido, el apoyo recibido por la mayor parte de los países del continente africano y Asia ha inclinado la balanza en su favor. El momento decisivo llegó hace un par de semanas, cuando 119 estados miembros se posicionaron firmemente a favor de la propuesta, ayudándola a llegar a esta etapa final.
Este importante logro es resultado de los incansables esfuerzos de las comunidades campesinas, sobre todo aquellas del hemisferio sur, quienes desarrollaron, conceptualizaron e impulsaron un proyecto para hacer visible su lucha contra la destrucción de sus medios de supervivencia y sus vidas.
En un momento en el que es más necesario que nunca ampliar el estrecho margen de acción de los derechos humanos, la aprobación de este nuevo instrumento supone un punto de inflexión. Los estados firmantes han manifestado así su preocupación por las particulares condiciones de discriminación que sufren los campesinos y campesinas sin tierras, trabajadores rurales, comunidades indígenas, ganaderos, pescadores a pequeña escala y las comunidades rurales de todo el mundo.
Tras la victoria de hoy, debemos seguir fortaleciendo las luchas de aquellos y aquellas que trabajan para poner fin a las dinámicas de opresión estructural, que son el resultado del modelo económico predominante alrededor del mundo.
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