¿Qué es la comida?
Tendemos a asociar "comida" con un producto que podemos comprar en una tienda. Algo que se bebe, se mastica y se traga, y con suficientes nutrientes y energía calórica para permitirnos vivir y movernos. Sin embargo, la comida es algo más. La comida es nuestra fuente de vida, identidad y relaciones sociales. La comida determina la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos, con la naturaleza y con los demás, y nos permite nacer, crecer, desarrollarnos, aprender, trabajar, jugar, hacer el amor, dar a luz, amamantar y sentirnos realizados y ser personas activas en la sociedad.
¿En verdad podemos escoger lo que comemos?
La respuesta es sí y no. Por un lado, el contexto político influye en cada comida que consumimos. Cientos de decisiones producto de políticas alimentarias influyen constantemente en nuestras vidas. También nuestra cultura, las autoridades locales, leyes nacionales e internacionales, o la publicidad agresiva, nos condicionan cuando se trata de comer. Sin embargo, detrás de la creciente influencia sobre nuestras dietas hay grandes corporaciones, que determinan cada vez más lo que está en nuestros platos. Sin darnos cuenta, podemos priorizar los alimentos procesados y fortificados en lugar de las verduras y frutas frescas. ¿Te has preguntado alguna vez por qué?
Por otro lado, podemos intentar de forma proactiva entender el mundo que nos rodea, el entorno del que dependemos y en el que actuamos. No solo podemos conscientemente tomar mejores decisiones cuando se trata de alimentos, también podemos ser políticamente activos de una manera que contribuya a la protección de la naturaleza y los derechos humanos de todas las personas. Esto nos lleva a la siguiente pregunta.
¿Comer es un acto político?
Comer sin duda puede convertirse en un acto político si queremos. Si bien el tomate que compramos en el mercado local podría haberse cultivado de una manera ambientalmente sostenible y haber contribuido a la economía local de las y los pequeños productores, el té que compramos en el supermercado puede traer consigo la historia de explotación de los y las trabajadoras de las plantaciones de té cerca de nuestras casas o en el otro lado del mundo. Estas opciones implican decisiones muy diferentes. Si quieres actuar en contra de la injusticia social, este puede ser el comienzo. Sin embargo, hay mucho más que hacer.
¿Por qué existen el hambre y la desnutrición?
Hay alimentos suficientes para alimentar a todo el mundo, por lo que el hambre y la desnutrición no son una cuestión de escasez. La política, la economía y la ideología se encuentran en el fondo de las causas estructurales que determinan el hambre y la desnutrición en todo el planeta. En otras palabras, la ingesta inadecuada de alimentos de una familia o de toda una sociedad puede ser el resultado de una o varias razones, como la distribución de la tierra, los ingresos, el sexo, la identidad de género, o la discriminación basada en la raza y la etnia.
¿Por qué trabajar por el derecho a la alimentación y no a la seguridad alimentaria?
La seguridad alimentaria es el estado en el que todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos que satisfagan sus necesidades dietéticas y preferencias alimentarias para una vida activa y saludable.
El derecho a la alimentación es más que un estado. Es el derecho de todo ser humano, solo o en comunidad, de estar libre del hambre y la desnutrición y tener acceso físico y económico en todo momento a alimentos adecuados, en calidad y cantidad, que sean nutritivos y culturalmente aceptables. También se trata de nuestro derecho a acceder a todos los medios para su adquisición, como la tierra, el agua y las semillas, de manera sostenible y digna, al tiempo que garantizamos el más alto nivel de desarrollo físico, emocional e intelectual.
Como ves, la seguridad alimentaria es solo un elemento del derecho a la alimentación. Detrás de cada violación de nuestro derecho a la alimentación, hay una injusticia social que debe ser abordada.
¿Por qué deberíamos transformar los sistemas alimentarios globales?
Los sistemas alimentarios globales consideran a los alimentos solo como mercancías. Cualquier otro valor que los alimentos tengan como objeto ecológico o cultural, con el que el mercado no puede hacer negocios se ignora. Este enfoque destruye a el medio ambiente y empobrece a las personas.
Un mundo donde todas las personas puedan ejercer su derecho a la alimentación requiere que tanto personas y comunidades reemplacen a los márgenes de ganancia al centro de nuestros sistemas alimentarios.
También depende de nuestra capacidad para trabajar con la naturaleza y no en su contra. Aunque es un desafío, los expertos en el campo de la agroecología y la soberanía alimentaria ya han desarrollado herramientas prácticas y conceptuales para hacerlo.
Estas y otras ideas, como el control democrático sobre nuestros recursos naturales, el apoyo a los pequeños productores y la supervisión local sobre cómo se producen y distribuyen los alimentos, son malas noticias para los intereses corporativos y transnacionales que controlan el modelo alimentario predominante.
Por lo tanto, un sistema alimentario justo y sostenible que funcione para todas las personas está a nuestro alcance, pero jamás prosperará dentro de las restricciones del modelo industrial y corporativo que beneficia a una élite y nos excluye al resto.
¿Hay esperanza?
¡Por supuesto que la hay! Pero depende completamente de nosotros. Con empezar a apoyar y comprar en los mercados locales, participar en consejos alimentarios hasta luchar contra la violación de los derechos humanos, podemos evitar que 821 millones de seres humanos pasen hambre todos los días. Tambien podemos manifestarnos en contra de las cadenas de suministros de alimentos que llevan a millones más a sufrir de desnutrición y abogar por sistemas alimentarios sostenibles y locales que nos hagan bien a nosotros y a la naturaleza.
En FIAN Internacional creemos que hay esperanza, por lo que tratamos de abordar las causas fundamentales del hambre y la desnutrición, que a menudo pasan desapercibidas. ¡Usted puede ser políticamente activo en su comunidad para apoyar la lucha por el derecho a la alimentación, apoyar nuestro trabajo o hacer ambas cosas al mismo tiempo!