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Tras el fracaso del G20, la gente se moviliza en el País Vasco

Ante las desalentadoras soluciones del G20 basadas en el mercado, cientos de delegados de La Vía Campesina (LVC), en representación de 200 millones de personas, comienzan el debate sobre cuestiones urgentes que afectan a la población mundial.

La reunión de los líderes mundiales en el G20 la semana pasada resultó ser lo que muchos ya habían pronosticado: una serie de soluciones basadas en el mercado que benefician a las grandes compañías. Los países del G20, que juntos acumulan el 85% del PIB mundial, optaron por priorizar el crecimiento económico sobre lo demás. Hasta ahora, esto se ha traducido en la destrucción medioambiental, acaparamiento de tierras y violaciones y abusos de los derechos humanos, junto con la explotación de una gran parte de la población mundial.

Puntos controvertidos

Las comunidades y la sociedad civil está experimentando un descontento generalizado frente a los resultados  de la cumbre de este año. En concreto, las decisiones en relación a la agricultura apuntan a un aumento de la producción que, normalmente, se basan en monocultivos a gran escala. Tal y como apuntó la representante de FIAN Alemania Gertrud Falk, “las corporaciones del G20, con el apoyo de los gobiernos, están restringiendo el control de las tierras agrícolas a largo plazo en el hemisferio sur”. Esta situación está desencadenando un aumento del acaparamiento de tierras, así como un aún menor acceso a la tierra y a otros recursos naturales por parte de las poblaciones rurales. Esto no sólo afecta al derecho a la alimentación de las comunidades, también acelera la destrucción de la biodiversidad.

En la misma línea, 17 de los 20 países representados en Hamburgo han ratificado el Convenio Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV), que refuerza de manera unilateral el derecho de los cultivadores. Las comunidades campesinas e indígenas, que han cultivado y tratado semillas durante siglos, no están “cubiertos” por este acuerdo. Con la implementación del UPOV, la comunidad campesina está perdiendo su derecho a cultivar, desarrollar, seleccionar y diversificar sus propias semillas, cada vez más controladas por las corporaciones. Además, los países del hemisferio sur están siendo presionados por los países industrializados para unirse al acuerdo, a cambio de pactos de libre comercio e iniciativas de desarrollo. Este es, por ejemplo, el caso de Tanzania, donde los campesinos y campesinas han tenido que enfrentarse a penas por el cultivo de sus propias semillas.

La gente toma las riendas en busca de soluciones reales

Desde hoy y durante una semana, en el País Vasco se buscarán soluciones alternativas que vayan más allá de los márgenes de las ambiciones de las corporaciones. Representantes de organizaciones campesinas, productores a pequeña y mediana escala, personas sin tierras, poblaciones indígenas, migrantes y trabajadores agrícolas de todo el mundo, se reunirán en la Séptima conferencia de LVC, en representación de 200 millones de personas.

Se tratarán temas cruciales que irán desde la soberanía alimentaria, la captura corporativa, las semillas y la criminalización de las y los defensores de los derechos humanos, hasta la Declaración de derechos de los campesinos y otras personas que trabajan zonas rurales. Ampliamente tratados durante el G20, el cambio climático y los problemas relacionados con la energía serán prioritarios, ya que las dominantes políticas e iniciativas actuales buscan crear beneficio desde un enfoque orientado al mercado, en lugar de solucionar los problemas a través de opciones sostenibles en las que el pueblo tome el control.

En la opinión de LVC, que ha puesto enormes esfuerzos y recursos en la formación, educación e intercambio de conocimientos entre las organizaciones campesinas y las comunidades afectadas en todo el mundo, es fundamental trabajar con otros movimientos. Tal y como ocurrió en los casos de la soberanía alimentaria y la agroecología, existe una imperiosa necesidad de desarrollar propuestas para un sistema de energía que esté controlado por las personas, al tiempo que se cubren las necesidades de las comunidades y del planeta. Según recoge LVC, las luchas de las comunidades indígenas de Norteamérica y en todo el mundo que están lideradas por mujeres indígenas para ‘dejar el crudo en el suelo’ (‘keep the oil in the soil’ en inglés) están entre los ejemplos actuales más importantes de cómo reducir las emisiones rápidamente y promover la soberanía popular frente a la crisis climática.

Sigue los debates en Twitter vía #7ConfLVC

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