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El COVID-19 marca el inicio de una inminente crisis alimentaria

El impacto del virus y las medidas para paliarlo están agravando las causas estructurales del hambre y la malnutrición en todo el mundo. Según recoge el último informe de FIAN Internacional, la puesta en marcha de respuestas innovadoras, coordinadas y de derechos humanos puede rescatarnos de este desastre.

Doce años después de la crisis de los precios alimentarios de 2007/2008, el mundo entero se encuentra sumergido en una de las más dramáticas y multifacéticas crisis globales de nuestros tiempos. La pandemia del COVID-19 ha llevado a la humanidad no únicamente a vivir una situación de emergencia sanitaria sin precedentes donde peligran los sistemas sanitarios y de protección social, también está agudizando el hambre y la malnutrición.

El impacto de la pandemia y las medidas para evitar su contagio, según recoge el informe de monitoreo lanzado hoy por FIAN Internacional, han provocado el aumento de las violaciones de derechos humanos que se ya se venían sucediendo, limitando el acceso de muchas personas a una alimentación adecuada. Esta situación se ceba con las personas mas vulnerables y marginalizadas por razones de estatus socioeconómico, racismo, sexismo y otras clases de discriminación, quienes corren, además, un mayor riesgo de sufrir inseguridad alimentaria.

Aunque el COVID-19 y las medidas puestas en marcha para contener su contagio han sido el detonante final, las causas originales de esta crisis alimentaria emergente se remontan a décadas de políticas y prácticas neoliberales que no han hecho más que incrementar la disparidad y la discriminación. Por esta razón, recoge el informe, si bien son necesarias medidas concretas para paliar la pandemia, resulta también imprescindible la aplicación de políticas públicas que den un giro esencial al modo en que nuestra sociedad está organizada y a la manera en la que operan los sistemas económicos. Simplemente no es posible volver a la normalidad.

El Informe de monitoreo preliminar sobre el impacto del COVID-19 en el Derecho Humano a la Alimentación y a la Nutrición recoge los efectos negativos de la actual crisis en la vida de las personas y subraya algunas de las respuestas que se han dado a nivel local y nacional que pueden servir de inspiración. Apoyándose en los resultados preliminares y en las causas estructurales del hambre y la malnutrición, FIAN Internacional lanza una serie de recomendaciones para los gobernantes de todo el mundo.

Impactos en el acceso y la distribución de alimentos

La tendencia a la acumulación de alimentos y a realizar compras movidas por el pánico en periodos de crisis está desencadenando en el desabastecimiento de ciertos alimentos. Esto se traduce en una mayor dificultad de las personas con movilidad reducida o recursos limitados para acceder a alimentos disponibles y precios asequibles. Del mismo modo, el acceso a una alimentación adecuada ha sido coartado al haberse priorizado la distribución de alimentos de las cadenas de supermercados sobre los mercados y cooperativas locales. En la práctica, esto significa que resulte más sencillo acceder a productos ultra procesados e industrializados que a alimentos orgánicos y frescos producidos de manera sostenible por campesinos, campesinas y otros productores de alimentos a pequeña escala (como pescadores/as); con el consecuente impacto tanto en los ingresos de estos últimos como al impedir que la gente pueda acceder a dietas saludables y variadas. 

De hecho, es de esperar que las personas que ya sufren hambre y malnutrición sean las más impactadas por las restricciones en el acceso y calidad de los alimentos. Dicho de otro modo, las personas obesas y con sobrepeso ¬– ambas formas de malnutrición, que suman en la actualidad más de 1900 millones y 650 millones de adultos respectivamente en todo el mundo – son más propensas a desarrollar complicaciones y síntomas severos en caso infección por COVID-19. Del mismo modo, el débil sistema inmunitario de los 821 millones de personas que sufren desnutrición en todo el mundo no estaría preparado para luchar contra el virus en caso de infección.

Las medidas de restricción de la movilidad para evitar la propagación del virus han afectado de un modo particular a un sector muy preciso de la población, los cientos de miles de trabajadores y trabajadoras de temporada: a menudo trabajadores/as migrantes que se han visto imposibilitados de viajar para trabajar. Esta situación obliga a poner la mirada en la pérdida de oportunidades laborales e ingresos de este sector, pero también en el preocupante desabastecimiento de productos frescos y la sustancial pérdida de alimentos.

Medidas eficaces de gobiernos y comunidades

En tiempos de crisis, apelar a la responsabilidad moral y a la solidaridad no es suficiente y resulta necesaria la aplicación de regulaciones estatales. Con el objetivo de contrarrestar la posible volatilidad de los precios y la escasez de alimentos esenciales, Argentina y Colombia han puesto en marcha medidas preventivas para regular los precios y garantizar la racionalización de los productos básicos.

Mientras los estantes de los supermercados se vacían y los alimentos frescos perecen amontonados en las granjas locales, los campesinos y campesinas de Francia y Rumanía se han movilizado activamente oponiéndose al cierre de los mercados campesinos. Gracias a esta movilización, el gobierno ha permitido que los mercados de alimentos locales se sigan sucediendo, con la aplicación de medidas sanitarias para evitar el contagio. Del mismo modo, las protestas de los vendedores de comida ambulante han tenido un significante impacto en países como Sudáfrica, donde se ha permitido la apertura y funcionamiento de las tiendas de alimentos, mercados al por mayor y vendedores ambulantes. Estas medidas reducirán el riesgo de los sectores marginados de la población y familias pobres de padecer inseguridad alimentaria 
En algunos países, el cierre de escuelas está limitando el acceso de niños y niñas a, en muchas casos, su única comida del día; o bien los programas de alimentación escolares han sido reemplazados por comida rápida. Ciertas iniciativas sociales en países como India están promoviendo programas que garanticen la entrega a domicilio de comidas nutritivas para niños, niñas, mujeres embarazadas y madres lactantes.

En informe concluye sus recomendaciones subrayando que, si bien la situación actual requiere de acción urgente para frenar la pandemia, también es necesaria la aplicación de medidas que prevengan el aumento de la exclusión e injusticia social. Existen un gran número de medidas que van desde la protección de los principales proveedores de alimentos del mundo, campesinos, campesinas y otros trabajadores/as rurales, hasta garantizar mecanismos a medida que protejan a los sectores mas marginados, y que pueden mejorar sustancialmente la vida de millones de personas en esta inminente crisis alimentaria.

Puedes leer aquí el informe

Si lo desea, estaremos encantados de organizar una entrevista con nuestra secretaria general Sofia Monsalve. Para ello, puedes contactar con delrey@fian.org

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