Hacia el poder alimentario popular
Existe una creciente resistencia a la próxima Cumbre sobre Sistemas Alimentarios de la ONU y un enfrentamiento entre la consolidación de los sistemas alimentarios industriales impulsados por las corporaciones y la transformación de los sistemas alimentarios agroecológicos basada en los derechos humanos.
La falta de acción decisiva a nivel mundial en respuesta a la actual crisis alimentaria sistémica ha afectado profundamente a comunidades de todo el mundo, fomentando el hambre y la malnutrición, así como empeorando las desigualdades estructurales y la discriminación sistémica.
El informe sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición, publicado la semana pasada por la FAO, estima que alrededor de 735 millones de personas sufrirán desnutrición crónica en 2022, lo que representa un aumento de 122 millones de personas en comparación con 2019, antes de la pandemia del COVID-19. El último Informe mundial sobre crisis alimentarias estima que 258 millones de personas se enfrentaban a niveles agudos de hambre en 2022, frente a los 193 millones de 2021 y los 155 millones de 2020.
En vísperas de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios +2, que se celebrará la próxima semana en Roma, un nuevo informe de FIAN titulado Transformación de los sistemas alimentarios: ¿en qué dirección? pide un cambio profundo de los sistemas alimentarios, basado en el pleno respeto de los derechos humanos y el cuidado de las personas y el planeta.
"En estos tiempos de crisis múltiples y entrelazadas, es más urgente que nunca que los gobiernos y la ONU escuchen las voces de los sectores más afectados y cambien de rumbo", afirma Sofía Monsalve, Secretaria General de FIAN Internacional.
"El principal escollo para emprender acciones efectivas hacia sistemas alimentarios más resilientes, diversificados, localizados y agroecológicos son los intereses económicos de quienes promueven y se benefician de los sistemas alimentarios industriales impulsados por las corporaciones."
En el ámbito de la gobernanza mundial, existe una lucha constante entre dos enfoques diferentes: los intentos de democratizar aún más el multilateralismo, como se avanzó con la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de la ONU; y los intentos de sustituir el multilateralismo por el multistakeholderismo - donde las grandes corporaciones se sientan a la mesa, con los gobiernos y los productores de alimentos, para discutir el futuro de los sistemas alimentarios - como se avanzó durante la primera Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU (FSS) en 2021.
El momento de balance de la FSS+2 está diseñado a repetir los fracasos de la propia FSS y consolidar aún más el dominio de los sistemas alimentarios industriales sobre la toma de decisiones a nivel mundial. Abrirá la puerta de la ONU a una influencia aún mayor de las grandes empresas privadas y sus redes, ignorando las fuertes preocupaciones expresadas por muchas organizaciones de la sociedad civil, de productores de alimentos de pequeña escala y de trabajadores, Pueblos Indígenas, mujeres, jóvenes y académicos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) va en la misma dirección. A pesar de la rivalidad geopolítica en otros ámbitos, la dirigencia de la FAO de China y Estados Unidos tienen una agenda común sobre los sistemas alimentarios corporativos. Han establecido una política de puertas abiertas sin precedentes para el sector empresarial, con planes de financiación favorables y generosas políticas del multistakeholderismo. Todo esto está ocurriendo en ausencia de cualquier marco serio de rendición de cuentas corporativa.
Sin embargo, existe un contrapeso a este progresivo secuestro corporativo de la gobernanza alimentaria mundial.
"El poder alimentario popular está cambiando los sistemas alimentarios desde abajo", afirma Sofía Monsalve.
"Debemos dirigirnos hacia una transformación de los sistemas alimentarios, basada en el respeto de todos los derechos humanos y el cuidado de las personas y el planeta, para hacer avanzar la agroecología, la soberanía alimentaria, la biodiversidad, la justicia de género y la diversidad, así como la agencia juvenil, la justicia climática, la justicia económica y social, en todas las dimensiones de los sistemas alimentarios."
Este informe es una contribución de FIAN a los esfuerzos más amplios del Mecanismo de la Sociedad Civil y los Pueblos Indígenas para las relaciones con el CSA en respuesta a la crisis alimentaria mundial y la Respuesta Autónoma Popular a la Cumbre de la ONU sobre sistemas alimentarios.
Léa el informe completo aquí.
Para más información o entrevistas con los medios de comunicación, póngase en contacto con Clara Roig Medina, Comunicación Digital Internacional de FIAN: roig@fian.org