Zambia: las comunidades campesinas desafían las políticas corporativas de semillas híbridas

Las comunidades campesinas agrícolas están resistiéndose a un programa que promueve los monocultivos y el uso de fertilizantes y pesticidas sintéticos, a través de la conservación, innovación y promoción de los sistemas de semillas tradicionales y ecológicos campesinos.

“Nos hemos dado cuenta de que las semillas indígenas evolucionan, son capaces de adaptarse a los cambios del clima y son, de hecho, más resistentes al cambio climático y a las nuevas plagas que aparecen”, ha dicho Simon Mwamba de FIAN Zambia.

 

Desde 2002, el Programa de Subvenciones a los Insumos Agrícolas (FISP) del estado de Zambia ha promovido el uso de semillas híbridas, que no pueden ser reutilizadas en la siguiente temporada de cultivo debido a los derechos de propiedad intelectual y a su pérdida de vigor.

Esta situación ha llevado a muchas comunidades agrícolas campesinas a enfocarse únicamente en la producción de maíz y pasar a depender de las compañías de producción de semillas y químicos para adquirir nuevas semillas cada año, aumentando así su inseguridad alimentaria.

“Desde el momento en que el gobierno se embarcó en los subsidios dejó de apoyar los sistemas de semillas campesinas”, dijo Simon Mwamba. “Esto ha producido la erosión de los sistemas de semillas y la biodiversidad locales”.

Cada vez más comunidades están rechazando el FISP y enfocándose en las prácticas agrícolas tradicionales basadas en la agroecología y en la soberanía alimentaria, tal y como muestra el siguiente video de FIAN Zambia:

FIAN Zambia hace un llamado a los gobiernos a que:

  • consulten con diferentes actores, incluidas las comunidades agrícolas y sus organizaciones, con el fin de redefinir el sistema agrícola de Zambia y optar por un sistema sostenible, justo y resistente enfatizando los enfoques campesinos sostenibles como la agroecología, que promueve la producción de una amplia gama de alimentos saludables;
  • apoyar la creación de bancos de semillas campesinas a nivel comunitario para la multiplicación, conservación, uso, intercambio y venta entre las comunidades agrícolas. Los bancos de semillas han de estar gestionados por reglas dictadas a nivel comunitario e incorporadas a medidas legales que respeten y protejan de manera efectiva los derechos campesinos sobre las semillas, y particularmente las reglas que definen el acceso a las semillas que se gestiona colectivamente;
  • poner en marcha un marco legal que promueva y proteja los sistemas de semillas campesinos;
  • empoderar a las pequeñas comunidades campesinas mediante capacitaciones en materia de prácticas de agricultura sostenible:

Los bancos de desarrollo públicos han de poner fin a la financiación de la agroindustria

La cumbre llega justo después de la Cumbre de la ONU sobre los Sistemas Alimentarios, inicialmente concebida para abordar el hambre en el mundo y posteriormente secuestrada por los intereses corporativos y utilizada como excusa para presentar las falsas soluciones corporativas, cuyo único objetivo es la obtención de beneficios.

Muy poco hace pensar que esta cumbre, Finanzas en Común, será algo diferente. No sólo por el enorme fracaso al tratar de optar por un enfoque de derechos humanos/comunidad de la cumbre del año anterior sino, sobretodo, por los enormes conflictos en materia de derechos humanos que arrastran estos bancos de titularidad pública.

En la víspera de la cumbre, FIAN Internacional junto a otras 280 organizaciones de sociedad civil y movimientos sociales hace un llamado a los gobiernos para que pongan fin al apoyo financiero estatal que reciben las compañías de la agroindustria, y a los proyectos que roban la tierra, los recursos naturales y las formas de subsistencia de las comunidades locales.

Un historial muy deficiente

Los bancos de desarrollo públicos son instituciones financieras controladas y ordenadas por los estados, que financian actividades que deberían contribuir a la mejora de la vida de las comunidades, principalmente en el hemisferio sur. Estas instituciones dirigen más de 2 billones de dólares al año a la financiación de compañías públicas y privadas para la realización de carreteras, plantas energéticas y plantaciones de la agroindustria. Se estima que 1,4 billones de esta financiación se destinan al sector de la alimentación y la agricultura.

Muchos de estos PDBs cuentan con un deficiente historial en lo que respecta a la transparencia e inversiones que benefician a las corporaciones de la agroindustria, a costa de granjeros/as, pastores/as, pescadores/as, trabajadores/as del sector de la alimentación y comunidades indígenas, y socavando su soberanía alimentaria, ecosistemas y derechos humanos. Asimismo, estas instituciones tienen un fuerte legado de inversiones en compañías involucradas en acaparamiento de tierras, corrupción, violencia, destrucción medioambiental y otras severas violaciones de los derechos humanos.

Por otro lado, estos bancos de desarrollo público están incrementando el uso de fondos extraterritoriales de capital privado y complicadas redes de inversión – incluyendo a intermediarios financieros – para orientar las inversiones, lo que dificulta enormemente su control, como han señalado las recientes revelaciones en torno al desarrollo de la institución financiera alemana Deutsche Investitions– und Entwicklungsgesellschaft (DEG).

Ligados a la violación de los derechos humanos

DEG, subsidiaria del banco de desarrollo estatal más grande de Alemania, Kreditanstalt für Wiederaufbau (KfW), destina miles de millones de euros al desarrollo financiero en América Latina, Asia y África.

FIAN Alemania ha monitoreado las vulneraciones de derechos relacionadas con las inversiones llevadas a cabo por este banco durante muchos años, con las dificultades derivadas de la falta de transparencia de estos bancos. El resultado desvela que más de la mitad de la financiación anual de DEG está dirigida a través de intermediarios financieros y otros bancos y fondos.

Queda decir que ni siquiera el gobierno alemán tiene una clara idea de a dónde va este dinero ni de su impacto real. Resulta, por lo tanto, prácticamente imposible forzar a los bancos a cumplir con las obligaciones alemanas en materia de derechos humanos. En los casos en los que FIAN pudo identificar inversiones concretas en agroindustria, pudo también detectar evidencias de violaciones de los derechos humanos.

En Zambia, por ejemplo, DEG destina decenas de millones de dólares americanos a la mayor compañía de la agroindustria de Zambia, en la que FIAN pudo documentar casos de expropiación forzada que involucraban directamente a Zambeef y que se remontan a 2013. En Paraguay, DEG es cotitular de la segunda mayor compañía del país, Paraguay Agricultural Corporation PAYCO, destinada a adquirir tierras a gran escala, incluyendo tierras de asentamientos indígenas, para proyectos masivos de agroindustria y uso intensivo de pesticidas.

“Estos son casos emblemáticos que ejemplifican las preferencias de inversión de DEG por la agroindustria a gran escala y que dejan fuera el apoyo y la promoción igualitaria, centrada en los pueblos y al desarrollo sostenible, construida sobre la base del derecho a la alimentación”, ha señalado Roman Herre asesor político para tierra y agricultura de FIAN Alemania.

Irresponsable

Otro claro ejemplo de esta tendencia de los bancos de desarrollo es la decisión del banco de desarrollo público belga, el Belgian Investment Company for Developing Countries (BIO), junto con otros PDBs europeos y norteamericanos, de apoyar la producción de aceite de palma de Feronia PHC en la República Democrática del Congo (RDC), a pesar de la violenta represión llevada a cabo contra las comunidades activistas locales.

“A pesar de que las denuncias hechas por las comunidades afectaban directamente al banco, no existió ningún recurso de justicia y ningún modo de hacer al banco responsable por estas acciones”, ha dicho Florence Kroff, coordinadora de FIAN Bélgica.

“Incluso antes de que se tomase la decisión de financiar el proyecto, ya habíamos planteado la cuestión del riesgo de vulneración de los derechos humanos que implicaba el apoyo a esta agroindustria en la RDC, posible gracias a la concesión ilegítima de 1000.000 hectáreas de tierra. Un legado de la era colonial”, añadió Kroff.

“A esto hay que sumar la contaminación medioambiental y las condiciones laborales indignas de los trabajadores/as de las plantaciones. El dinero público belga, al igual que el alemán, francés, holandés y otros, está contribuyendo de manera directa a un clima de criminalización violenta en la región, que ya se ha gastado docenas de arrestos y detenciones arbitrarias, así como la muerte de varios activistas por la tierra”.

Ha llegado el momento de exigir responsabilidades a los bancos de desarrollo público y a los gobiernos que los controlan por las innumerables violaciones de derechos humanos que han apoyado. Asimismo, ha de ponerse fin a todas las futuras inversiones que no estén ancladas en el derecho a la alimentación, en un enfoque comunitario y en el desarrollo sostenible.

FIAN hace un llamado por:

  • El fin inmediato de la financiación de las operaciones de las corporaciones de la agroindustria y de las inversiones especulativas de los bancos de desarrollo público.
  • La creación de mecanismos de financiación puramente públicos y responsables que apoyen los esfuerzos de las comunidades por la soberanía alimentaria, la realización del derecho a la alimentación, la protección y recuperación de los ecosistemas y que aborden la emergencia climática.
  • La implementación de mecanismos resistentes y efectivos que den a las comunidades acceso a la justicia en caso de impactos perniciosos sobre sus derechos humanos o en casos de daños sociales o medioambientales ocasionados por las inversiones llevadas a cabo por los PDB.

 

Señalando el acaparamiento de tierras y la malnutrición en Zambia

El aumento de la concentración de terrenos en manos de la agroindustria obstaculiza el acceso de las pequeñas comunidades de Zambia a los recursos esenciales. Esta tendencia parece estar apoyada involuntariamente por las políticas de desarrollo europeas. Por lo tanto, estas políticas están contribuyendo a unos niveles elevados de malnutrición en Zambia. Archie Mulunda, experto en derecho a la tierra que visitará Bruselas, capital de la UE, se centrará en el impacto de estas políticas sobre los derechos humanos.

“Los terrenos utilizados de acuerdo con las leyes y costumbres consuetudinarias suponen el recurso más importante para las poblaciones más pobres de Zambia […] Al mismo tiempo, estos terrenos se encuentran en el punto de mira de las grandes corporaciones agrícolas de los países desarrollados”, expresó Archie Mulunda. El gobierno zambiano apoya las inversiones de las compañías extranjeras mientras fracasa a la hora de proporcionar un marco legal necesario para prevenir violaciones de los derechos humanos económicos, sociales y culturales, y dentro de este contexto, del derecho a la alimentación.

Alrededor de dos tercios de la población de Zambia trabaja en la agricultura, y el 78 por ciento habita en zonas rurales por debajo del umbral de pobreza. Según las Naciones Unidas, durante los últimos 25 años la proporción de personas malnutridas ha aumentado del 33,8 al 47,8 por ciento. Es necesario impedir con urgencia el aumento de los niveles de malnutrición, así como el desarrollo de cualquier actividad en la que se violen los derechos humanos.

Durante su visita a Bruselas, Archie Mulunda se reunirá con FIAN Alemania y con la Dirección general del Servicio de Cooperación EuropeAid (DGDEVCO) para debatir las políticas de desarrollo de la UE en Zambia, así como el impacto de los capitales privados europeos en el país. El apoyo de la UE a la rehabilitación de la carretera conocida como la “Great East Road”, una extensión del corredor Nacala que ha recibido numerosas críticas por parte de la sociedad civil, también formará parte de laagenda. 

Para cualquier consulta, por favor contacte con R.herre[at]fian.de. Si desea obtener una mayor información sobre el trabajo de Archie Mulunda en torno al acaparamiento de tierras, consulte “A Policy Approach to address land grabbing”.